Ni los mayores filósofos de la historia han podido describir lo que realmente es el amor, así que mucho menos yo lo lograría, pero yo no quiero explicarlo quiero tocar las fibras más sensibles, intentar descifrar el sentimiento. Ese que nos hace sentir indefensos pero extasiados. Ese sentimiento que nos hace dar la mano, dar la vida.
Encontrar el amor en todas las formas, no reducirlo a una
caja de chocolates y un ramo de rosas, no buscarlo en la compañía por un día,
no. Encontrarlo en los ojos de una madre cuando ve por primera vez a su bebé,
en un hijo que ayuda a su anciana madre, en la melodía de nuestra canción
favorita o escondida entre las líneas de esa novela que has leído y leído.
Porque el amor es eterno, es energía que se mueve a nuestro
alrededor todo el tiempo, que si la dejamos tocarnos nos inunda e ilumina, es eso que hace que sonrías de la nada ante un simple recuerdo, es eso
que te hace fuerte, que te hace grande.
Quizá lo has encontrado en una mascota, quizá lo encontrarás
en un amigo, en una pareja, en un lugar o en un recuerdo; ahora es momento de
que lo encuentres en el espejo, ese reflejo que todas las mañanas te recibe al
natural, sin máscaras, sin engañarte; pues solo tú conoces las profundidades de
sus pensamientos, encuentra el amor, consiéntelo, hazlo feliz y
amalo, amalo como a nadie y sin miedo porque el amor no se acaba al darlo, al
contrario se multiplica.
Ése es el amor del que vale la pena hablar pues en el
momento en el que te amas, repartir amor se hace mucho más fácil.